Las pérdidas pueden ser reales o simbólicas, o sea, podemos perder a una persona porque fallece, o también podemos perder personas o situaciones con las que dejamos de vincularnos. Ellas no mueren, pero la sensación emocional de un quiebre en una relación (de amistad, familiar, pareja), o situaciones (un trabajo, una casa, un país) es la misma. En cualquiera de sus formas, el dolor emocional y/o psicosomático (cuando nuestro cuerpo enferma por dificultades emocionales) puede ser muy alto. Hay personas que pueden hacer esta elaboración por si mismos, y otros requieren de un apoyo emocional adicional, para quienes les ofrezco este espacio terapéutico para acompañarlos en esa elaboración de la pérdida. 

Todos son bienvenidos a este espacio terapéutico seguro, donde podamos abordar con total libertad, respetando los ritmos de cada persona, para trabajar en conjunto esta difícil experiencia.

Las personas que han tenido experiencias abusivas vinculadas a la esfera de la sexualidad, pueden acercarse a que recorramos el camino hacia la reparación emocional.

He dedicado  mis años de carrera profesional a estudiar sobre estas temáticas tan delicadas y tengo los conocimientos y la experiencia para poder ser ese eslabón que falta para comprender esas historias tan duras y personales y poder integrarlas a su vida de maneras no perturbadoras.

Situaciones de vida inesperadas que nos llevan a un descontrol o malestar emocional altamente significativo, que no nos deja pensar ni tomar decisiones. Podemos estar hablando de una acumulación de tensión, que explota con situaciones que pueden ser muy mínimas (como tropezarse en la calle por ejemplo), o catástrofes naturales (terremotos), una situación de vulnerabilidad física (como un asalto o situaciones de violencia puntuales), o catástrofes intencionales o no intencionales (como incendios de viviendas, entre otras).

La violencia en sus distintas formas, de unos sujetos a sobre otros, puede traer como resultado efectos a corto, mediano y largo plazo altamente significativos: El temor, la baja confianza en sí mismos, las dificultades para establecer vínculos sociales, el poder confiar en los demás se ven muy mermados y debemos trabajarlos para resolver el daño y lograr vivir en ambientes armónicos.

La tristeza, la desesperanza, la baja energía vital impide a algunas personas a continuar con normalidad sus vidas, dejando poco a poco de realizar actividades cotidianas como disfrutar de actividades sociales hasta extremos importantes como dejar de levantarse de la cama. Es muy posible salir de estos estados si me comprometo a trabajar para ello, la psicoterapia es una excelente herramienta para ello.

Se requiere de un equipo de trabajo interdisciplinario para que el tratamiento sea efectivo a mediano y largo plazo. Es fundamental el trabajo en compañía de psiquiatras, terapeutas ocupacionales, y otros especialistas, de acuerdo a cada caso, para una atención de calidad que entregue resultados positivos.

Existe una variedad de dificultades que pueden ir desde síntomas aislados de ansiedad y angustia hasta una crisis de pánico. De acuerdo a qué tan comprometidas están las diferentes áreas de la vida de la persona, será la forma de abordar cada caso clínico, con apoyo de otros especialistas y/o de familiares o personas significativas para el consultante si el o ella lo estiman pertinente.

Cuando un sistema familiar se encuentra interferido por uno o más de sus miembros quienes presentan dificultades de comunicación, de formas de vincularse, problemas emocionales, formas poco adecuadas de resolver conflictos, donde se hace difícil el poder buscar y encontrar soluciones entre ellos mismos, es posible brindar apoyo especializado desde una intervención familiar y sistémica.

Individuos que tienen dificultades en regular sus emociones y sus acciones frente a situaciones que les producen fuertes malestares, no logrando comprender, aceptar y resolver de manera adecuada los conflictos, lo cual por lo general afecta no sólo a ellos mismos sino también al entorno que los rodea.

La partida de un hijo del hogar, la transición de la adolescencia a la adultez, de la adultez a la tercera o cuarta edad, el inicio de la actividad laboral o su término, el nacimiento de un hijo, entre otros, pueden ser situaciones que producen cambios en cada individuo, pudiendo unos llevar estos cambios solos y otros pueden requerir de un acompañamiento terapéutico para restablecer el orden anterior incorporando los cambios.